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Foto del escritorCatalina Ruiz

#NYC Journal - Parte 2



Nueva York es probablemente la ciudad más cosmopolita del mundo. Conviven miles de culturas y juntas generan una nueva. La suma del todo.


Después de semanas de entenderlas de forma separada, empiezo a sentir esa identidad propia y en vez de captar el barrio chino, el ucraniano y el ortodoxo de Williamsburg cómo burbujas aisladas, empiezo a percibir ese concepto que engloba a todos los New Yorkers.


Es la ciudad en la que me levanté el sábado, almorcé en un lugar griego, caminé por el lower east absorbiendo su vibra trash y sus lugarcitos cools, y terminé en una muestra de arte de mujeres del amazonas que tejían obras increíbles. Esa diversidad hace a Nueva York.


Las últimas semanas fueron muy enriquecedoras, visité The Armory Show, una muestra de arte en la que exponen galerías de todo el mundo. Me alucinaron expositores de Japón, Corea, Berlín, Dinamarca y Londres. Aparte de eso muchas galerías locales presentaban sus artistas emergentes, consagrados, pintores, fotógrafos, textiles y otros, la propuesta era infinita.



También fui invitada a la inauguración de la muestra de Manuel Aja Espil (artista argentino) en una clásica galería del Upper East Side, seguido de una comida en la casa de la galerista. Es muy loco como con pocas cuadras los mundos cambian; el contexto, las formas, los intereses y las conversaciones mutan por completo.


Entre estos mundos que conviven y forman Nueva York existe uno fascinante, el del vintage shopping. Encontré dos shops que me encantaron, 2nd street y Crossroads. Compré cosas únicas que no veo la hora de estrenar. Qué lindo es descubrir esa joya en un mar de percheros de ropa usada (una sensación bastante única, que algunos la entenderán!). Amo revolver y encontrar eso que no tiene nadie y que salió 30 dólares.



También hubo espacio para la música, escuchamos jazz y blues. Fuimos a distintos shows pero destaco “The Reverend”, una banda de blues que toca los lunes en Unión Pool, Williamsburg. Reverend Vince, líder de la Banda, es un personaje espectacular. Durante todo el show habla al público como si fuese su congregación. Nada de este plan es convencional, hay improvisación constantemente y el humor es el plato principal (aparte de eso los músicos son excelentes). Es a la gorra y eso habla del espíritu y la espontaneidad de sus protagonistas. En una ciudad donde todo se reserva, se paga con anticipación y se organiza con semanas de antelación, The Reverend es una perla.


Para cerrar, creo que la gastronomía enfatiza muy bien este concepto de diversidad que quiero transmitir: estos días comimos japonés, griego, peruano, marroquí, alemán, mexicano y, por supuesto, italiano; todos súper fieles a sus recetas e ingredientes, sin embargo, es una experiencia distinta a comer lo mismo en su país de origen. Nueva York tiene gusto a todo y todo tiene ese acento neoyorquino.



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Cata


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